“La religión es como un ciego que busca en una habitación oscura un gato negro que no está allí… ¡y lo encuentra!” es una divertida cita, atribuida a Oscar Wilde1. También es una cita sobre la ignorancia, que es otra forma de decir: “estamos trabajando en la oscuridad”. La ignorancia es a menudo una acusación de vergüenza, pero perfectamente puede ser un llamamiento a un compromiso renovado con el aprendizaje y el descubrimiento. James Clark Maxwell, el físico escocés del siglo XIX, dijo: “La ignorancia completamente consciente es el preludio de todo avance real en la ciencia”2. Y ahí es donde comenzamos nuestro viaje de Yoga: reconocemos ante nosotras mismas que no sabemos de qué se trata la vida, lo que somos en esencia ~ pero estamos comprometidas con una búsqueda, con encontrar la luz, en lugar de seguir dando traspiés en la oscuridad.
Lo que no sabemos es fundamental en el camino interior. Lo que buscamos no nos es visible; franqueamos este viaje confiando en las sabias palabras que nos dejaron quienes lo hicieron antes que nosotras. Por eso, la hermosa e inquisitiva Kena Upanishad3 nos advierte:
«No creo que conozca Eso; ni tampoco creo que no conozca Eso». Quien de nosotros sabe lo que esto significa, conoce la verdad; no es un estado de saber ni un estado de no saber.
La fe exige que reconozcamos nuestra ignorancia y obremos con una mente abierta y un corazón inquisitivo. Nunca requiere una aceptación ciega: lo que significa permanecer congeladas en nuestra ignorancia. Con semejante inconsciencia corremos el peligro de imponer lo poco que sabemos a lo desconocido. En cambio, necesitamos reconocer lo que no sabemos y continuar nuestra búsqueda
La Búsqueda
El cineasta Martin Scorsese dice: “Esa es la paradoja, y puede ser extremadamente dolorosa: a primera vista, creer y cuestionar son antitéticos. Pero creo que van de la mano. Lo uno alimenta a lo otro”.
Vimos en la Katha Upanishad que Nachiketas elige ser guiado por Yama, el Dios Más Allá de la Muerte, en el camino de este sendero interior. En la Bhagavad Gita, Arjuna elige a Sri Krishna como su guía con las palabras ‘si?yaste'ham’ – ‘Soy tu discípulo’ ~ pero esto no le impide cuestionar. El cuestionamiento es la forma en la que ambos demuestran su fe mientras se abren camino en las profundidades interiores desconocidas: en la habitación oscura, buscando al gato negro que puede, o no, estar allí. Yama, reitera la gran enseñanza del Nasadiya Suktam que vimos hace un par de meses, cuando dice:
“El Ser de todo hace que los sentidos fluyan hacia afuera, por lo tanto, uno busca fuera de sí mismo. Sólo las personas sabias, que buscan lo inmortal en medio de la mortalidad, apartan su mirada del mundo y miran hacia adentro para encontrar al Ser. (1:4)
Continúa en esta línea a lo largo de los capítulos siguientes mientras responde al cuestionamiento de Nachiketas:
No está en el campo de visión ordinario, ni se ve con los ojos. Pero cuando la mente esté aquietada y la conciencia enfocada, el Ser dentro del corazón revelará su naturaleza trascendente y te hará libre. (6: 9)
¡Sin embargo, en ningún momento Yama define ese Ser!
El gran sabio Patañjali, en sus sutras que aparecieron mucho después de estos dos textos4, se hace eco de estas enseñanzas en su primer verso:
atha yogānuśāsanam || 1 : 1 ||
Ahora, la enseñanza del Yoga
La palabra anuśāsana nos da una hermosa idea: “anu” significa “después” y “śāsana” significa “una enseñanza” o “una instrucción”. ¿Nos está diciendo nuestro sabio que esta es una enseñanza que proviene de otras enseñanzas que vinieron antes? La palabra “atha” ~ con la que comienzan los sutras de Patañjali ~ significa “ahora”, pero no un “ahora” cualquiera: “atha” es un “ahora” auspicioso, incluso trascendental. Entonces, ¿quizás nos esté diciendo que este momento sagrado es uno en el que una antigua enseñanza está llegando a nosotros nuevamente?
El yoga concita a nuestros instrumentos ~ los instrumentos externos del cuerpo y los sentidos, y los instrumentos internos de la conciencia (buddhi), la mente (manas), el pensamiento (vrtti) y el ego (ahamkara), y la respiración que hace de puente ~ y nos enseña con ellos cómo hacer el viaje hacia el interior. El mensaje del Yoga es usarlos todos. No rehuyas a ninguno de ellos, no degrades a ninguno de ellos; son nuestros medios en esta búsqueda de lo que Albert Einstein llamó “aquello que se esconde detrás de todo5”.
Al igual que el Nasadiya y las Upanishads, el sabio Patañjali no define el “verdadero Ser”. Se refiere a este Ser como Puruṣa o Īśvara. Puruṣa en Yoga se refiere a aquello de lo que fluye la creación visible y mensurable (Prakṛti), sin añadirle ni disminuirle. Īśvara es “el elemento más elevado del ser” ~ el Ser de nuestro devenir. Swami Venkatesananda solía describirlo como “Eso que Es”. Sin embargo, no se ofrece ninguna descripción para ninguno de ellos. Buscamos ~ ¡sin tener ninguna “imagen” de eso que buscamos! Y quizás esa sea la parte del “gato negro” que, de hecho, no existe: ¡nuestra imagen de él!
Pero nuestro sabio ofrece el concepto de “El/La/Lo elegido” como parte del viaje hacia el interior ~ que hacemos en la oscuridad buscando a ese Uno ~ cuando dice:
svādhyāyād iṣṭa devatā saṁprayogaḥ || 2:44 ||
A través del auto-estudio tomamos contacto con la deidad elegida.
El término i??a devat? significa, literalmente, "la deidad elegida". Entre las diversas formas de utilizar la mente como ayuda para centrar la atención (buddhi), ésta es una de ellas: dirigimos el flujo de pensamiento hacia una imagen en particular ~ una imagen elegida~ de ese Ser interior o Verdad que buscamos, dándole así a buddhi (conciencia) un medio para mantenerse fija. Hacemos esto reconociendo que somos nosotros quienes estamos proyectando esa imagen.
Nunca proclamamos que ésta sea la imagen para todos. Somos plenamente conscientes de nuestra ignorancia acerca de ese Ser, esa Verdad, ese Centro, ese “Ser de nuestro devenir”. A través de nuestro autoestudio, elegimos una imagen que nuestra conciencia pueda considerar por encima de todas las demás como “sagrada” ~ y continuar buscando. En las civilizaciones antiguas de la India sabemos que había una amplia gama de imágenes sagradas: desde una luz o una sencilla llama hasta un árbol, pasando por la imagen de un “dios”. Lo hacemos con el pleno conocimiento de que es “mi” imagen elegida, nunca algo que sea una imposición para los demás.
Con la auto-conciencia, el mantra y la i??a devata, mantenemos la conciencia fija ~ usamos lo que normalmente nos distrae: la mente, el pensamiento, el ego, para llevarnos hacia adentro, de modo que nuestro trastabilleo en la oscuridad tenga un propósito ~ tal como aconsejó el Sabio Patañjali al comienzo de su enseñanza:
yogaś citta-vṛtti-nirodhaḥ || 1:2 ||
Yoga es el aquietar el movimiento del pensamiento en la conciencia individual.
tadā draṣṭuḥ sva rūpe-avasthānam || 1:3 ||
Entonces quien ve se establece en su verdadera identidad.
Tal vez, en alguna etapa de la búsqueda, nos demos cuenta de que no somos ciegos y que no es una habitación oscura ~ simplemente se requería que nos quitáramos la venda de los ojos.
Referencias :
[1] Esta es una cita ampliamente atribuida a Oscar Wilde, pero no puedo encontrar ninguna referencia de dónde fue hecha.
[2] Firestein S. Ignorance. How it drives science. New York: Oxford University Press; 2012
[3] Kena Upanishad 2:1
[4] La fecha de aparición de la Katha Upanishad es objeto de controversia. Hay que recordar que estas escrituras se transmitían oralmente de una generación a la siguiente, por lo que la controversia puede deberse simplemente a las fechas en que aparecieron como textos escritos. Los eruditos hindúes afirman que probablemente se compuso a principios del primer milenio a. C. Lo mismo ocurre con la Bhagavad Gita: parte del Mahabharata, probablemente se escribió a principios o mediados del primer milenio a. C. Se dice que los Yoga Sutras de Patañjali se escribieron alrededor del año 250 a. C.
[5] Autobiographical Notes, Albert Einstein: A Centennial Edition, 1991.
©Swami Ambikananda, November 2024
(Traducido por la Yogini Isvari (Isabel) Sanz)
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